Agustín Amantegui, que fuera delantero del CD Logroñés desde 1968 a 1971 y una de las leyendas blanquirrojas, falleció ayer en Pamplona a los 81 años. Con profunda tristeza recibimos la noticia de su muerte, pues no solo fue un buen futbolista que caló de forma especial en la afición de Logroño a principios de los años 70, sino también un gran hombre que dejó huella en todos los que lo conocimos. Descansa en paz, amigo.

Nació en Irún (Guipúzcoa) el 21 de abril de 1940 y comenzó a jugar en el Real Unión Club. Tras debutar en Primera División a los 19 años con el Real Valladolid CF, pasó por la UD Salamanca, CA Osasuna y, de nuevo, el equipo salmantino, hasta que fichó por el Logroñés en 1968, a los 28 años, cuando estaba en Tercera. Aquí su olfato goleador le convirtió en un auténtico ídolo de los aficionados, que le tomaron un enorme cariño.

Estuvo tres temporadas en el Logroñés y contribuyó de forma decisiva a su ascenso a Segunda en 1970. En total, disputó 110 partidos con la camiseta blanquirroja y marcó 59 goles. Se retiró en el Salamanca en 1972 y, tras acabar sus estudios de Medicina y hacer la especialidad de Estomatología en Madrid, ejerció de dentista cinco años en Salamanca y 33 en Pamplona, en su propia clínica, hasta su jubilación a los 74 años.

La última vez que se le vio en público fue hace cuatro meses, en Zarautz (Guipúzcoa) el 16 de octubre de 2021, con motivo de una reunión de jugadores del Logroñés de la temporada 1970-1971 que organizó su hijo Javier a escondidas para darle una grata sorpresa, coincidiendo con el 50 aniversario del debut en Segunda. Estaba feliz, como cuando marcaba gol. “Demasiados buenos recuerdos y anécdotas”, nos contó.