Ayer murió a los 89 años Ángel Pascual Martínez, que fuera árbitro de Segunda División y miembro de la junta directiva del CD Logroñés desde 1980 a 1982 en tiempos complicados, siendo presidente Cesáreo Remón. Su dimisión, junto a la de otros directivos como Luis Palacios o Ricardo García ‘Yayo’, aceleró la caída del histórico dirigente y ayudó a abrir una etapa exitosa, con el ascenso desde Segunda División B a Primera.

Nació el 2 de agosto de 1933 y estuvo muchos años de servicio en el fútbol regional y nacional. Fue delegado en Logroño del Colegio Navarro de Árbitros hasta 1980 y, a pesar de sus grandes polémicas con Juan José Salicio Montero, dejó una estela de honradez y rectitud. “Un buen árbitro, un buen presidente del Colegio Riojano y una gran persona”, en opinión del que fuera comentarista deportivo Felipe Royo.

Tras colgar el silbato, cuando la jubilación arbitral llegaba a los 47 años, Cesáreo Remón le encomendó la misión de ser delegado de campo, mientras formaba parte de la directiva blanquirroja. Hizo su trabajo con gran profesionalidad, hasta que, a raíz de un partido que disputó el Logroñés en Santiago de Compostela el 7 de febrero de 1982, explotó ante lo que consideraba “falta de preparación” de algunos colegiados.

Continuó de directivo poco más. El ambiente estaba enrarecido por la forma de trabajar tan especial del presidente, y los directivos Palacios. ‘Yayo’, José María Ozaeta, Paco Jalón y Rodolfo Mayoral le pidieron la dimisión. Él se sumó a la rebelión y, ante el enrocamiento de Cesáreo Remón, tiró la toalla, como los demás. “Es tonto ser marioneta de nadie”, dijo el 28 de febrero de 1982, y se fue con elegancia. Descanse en paz.