Termina julio y comienza agosto; meses en los que suele haber escasez de noticias y a veces la prensa publica alguna información poco fundamentada, conocida como serpiente de verano. Recuerdo el titular del diario ‘La Rioja’ del 14 de julio de 1985: ‘Güembe jugará en el Calahorra’ y, paradójicamente, cómo Tomás Santos iba desmintiendo en su artículo el fichaje del exjugador del CD Logroñés. “Nada de nada”.  

Un mes y medio antes, Güembe había dado la campanada, ya que, tras una temporada “muy brillante en su demarcación de libre”, en palabras del citado informador deportivo, anunció de sopetón que dejaba el fútbol a los 27 años y “en la cresta de la ola, cuando las posibilidades de seguir sacándole unos millones al balón estaban ahí”. Aquí llevaba cuatro temporadas y era “un buen director de orquesta”.

El rumor había corrido por Calahorra porque Güembe era amigo personal de Enrique Mayayo, delantero del equipo rojillo con quien coincidió en el CD Pamplona y el Bilbao Athletic Club, y se les había visto juntos por la localidad. Al hilo de esto, el presidente del club, José Antonio Maturana, desmentía tajantemente la noticia en declaraciones al periódico y negaba cualquier tipo de contacto con el exblanquirrojo.

El fichaje del defensa del FC Barcelona José Moratalla en 1988 o el del delantero costarricense Hernan Medford en 1990 no fueron una serpiente de verano, sino más bien un sapo que tuvo que tragarse el presidente del Logroñés, Marcos Eguizábal, porque ambos jugadores fueron presentados en su día junto al resto de la plantilla sin haber llegado a un acuerdo con el club y dieron la espantada a continuación.