Cuando Bahamontes probó los masajes de Manolo
La muerte de Federico Martín Bahamontes, el primer ciclista español en ganar el Tour de Francia en 1959, acaecida hoy en Valladolid a los 95 años, me trae a la memoria una fotografía que le hizo Teo Martínez cuando visitó La Rioja en 1960, montado en una bicicleta antigua de rueda grande en una bodega de Cenicero. Durante su estancia aquí, se puso en manos del masajista del CD Logroñés, Manolo González.
Manolo tenía unas “manos mágicas”, según la periodista Pilar Rubio, y su fama había traspasado fronteras. “Como se hizo famoso, popular y querido fue arreglando entuertos a los chicos del Logroñés”, pero también trató a boxeadores, pelotaris o ciclistas, como Jesús Galdeano, el mejor corredor navarro tras Miguel Induráin, y los hermanos Vidaurreta en las dos Vueltas a España en las que colaboró en los años 50.
El 20 de abril de 1960, Bahamontes vino a Logroño invitado por sus amigos Jorge y Paco Sesma Moreno, los dueños del Bar Bilbao, y, tras la chuletada en la bodega de José Mari Pascual en Cenicero en la que posó con el velocípedo de ruedas de hierro que había fabricado Tanis Puellas ‘Cubillo’ y del que pendía un sonoro cencerro para avisar de su presencia, se sometió a una sesión de masaje a cargo de Manolo.
Quedó muy complacido y, al día siguiente, volvió a ponerse en sus manos, tras la cena que sirvió de broche a los campeonatos de mus y dominó que organizaba el Bar Bilbao. Entonces estaba en la cresta de la ola y ya le llamaban el ‘Águila de Toledo’ porque parecía que tenía alas sobre la bicicleta. Tras pasar aquí unos “gratísimos días”, según sus propias palabras, se despidió diciendo que nunca olvidaría La Rioja.
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