La selección de Argentina ha derrotado a la de Francia en los penaltis y se ha proclamado campeona del Mundo en la final disputada hoy en el Estadio de Lusail (Qatar). Mbappé ha forzado primero la prórroga con dos goles (2-2) y después los lanzamientos de penas máximas con otro (3-3), pero los argentinos han metido todos sus penaltis y los franceses han fallado dos (4-2). Messi ha conseguido su sueño y ya es campeón.

Argentina ha vuelto a ganar el Mundial 36 años después y, tras una final tan emocionante como la de hoy, me viene a la memoria la imagen de Óscar Ruggeri, que fuera entonces campeón del Mundo y luego jugador del CD Logroñés la temporada 1988-1989, celebrando la victoria frente a Alemania Federal (3-2) en México el 29 de junio de 1986. “Ese día fue lo máximo para mí como futbolista”, reconoció en 2020.

La camiseta albiceleste que usó en aquella final terminó rota, con “una manga cortada”, a raíz de un tirón que le dio el defensor alemán Hans-Peter Briegel “en un córner”. Y, lo que es peor, la medalla dorada que le entregó el presidente de la FIFA, Joao Havelange, se la dejó a su madre en la casa familiar de Corral de Bustos y “se la robaron” años después, según contó el hijo de su compañero de selección José Luis Cuciuffo.

Emiliano Cuciuffo relató en su día que “en la vivienda de Corral de Bustos trabajaron un par de albañiles y descubrieron la reliquia. Se la robaron, la llevaron a una joyería y la vendieron. El joyero la fundió, y de la medalla no quedó nada”. “Varios perdimos la medalla”, declaró Ruggeri en 2020. “El otro día hablando nos dimos cuenta de que pocos la tienen. Ni con eso prestábamos atención. ¡Qué boludos éramos!”