Marcos Eguizábal planeó una gira del CD Logroñés por Japón en verano de 1994, como la de Praga (antigua Checoslovaquia, hoy República Checa) de 1991, con cuatro partidos amistosos, pero, al final, todo quedó en agua de borrajas. Empresario con gran olfato para los negocios y presidente del club, vio en el auge del fútbol en Japón una posible fuente de ingresos, a raíz de la creación de la J1 League en 1993.

Y es que, en aquel tiempo, el fútbol japonés ejercía una cierta fascinación sobre los dirigentes del Logroñés. El que fuera vicepresidente Fernando Alonso viajó a Tokio en 1996 para fichar al delantero Kazu Miura, que, a sus 29 años, era considerado como una verdadera estrella y acababa de renovar su contrato por el Verdy Kawasaki (luego, Tokyo Verdy) hasta 1997. De Japón no se vino con él, pero no lo hizo de vacío.

Alonso se trajo consigo a Nobuyuki Zaizen, de 19 años. Se trataba de “un chico que tiene que hacerse” como futbolista, según las palabras del dirigente, y que fue presentado como el anticipo de la contratación de Miura, cuyo pase, a su juicio, estaba “bastante avanzado” y, como es sabido, nunca llegó a producirse. Luego, el Logroñés dejó a Zaizen sin ficha para poder jugar alegando tener el cupo de extranjeros cubierto.

Paradojas del destino, el que fuera el entrenador que le puso la cruz al jugador nipon, Miguel Ángel Lotina, se ganó la vida dirigiendo al Tokyo Verdy entre 2016 y 2018. ¿Cómo le fue en Japón?, le preguntaron en el periódico ‘DxT Campeón’ hace unos tres meses. “Muy bien”, respondió. “Me trataron fenomenal. A mí y a todo el mundo que llegue con ganas de trabajar. Son muy educados y respetuosos. Nos llevan cierta ventaja”.