Todo lo que dejó de ganar Eguizábal con Salenko

La noticia de que la UD Logroñés se enfrentará al Valencia CF dentro de dos semanas en la primera ronda de la Copa del Rey, tras el sorteo celebrado ayer, me ha hecho pensar en todo lo que dejó de ganar el presidente del CD Logroñés, Marcos Eguizábal, con la venta del ruso Oleg Salenko al club valencianista en mayo de 1994, porque, dos meses después, se revalorizó como Bota de Oro del Mundial de Estados Unidos.

A raíz de la destitución de David Vidal como entrenador en diciembre de 1992 y la llegada del argentino Carlos Aimar al banquillo, el Logroñés (colista de Primera División) pensó en traer refuerzos “para que el equipo levante el vuelo y no descienda a Segunda”, en palabras de Eguizábal. Uno de ellos fue Salenko, de 23 años y procedente del FC Dinamo de Kiev, quien debutó en febrero de 1993, y otro, el serbio Dejan Markovic.

Desde el principio, Salenko deslumbró “por su forma de entender el juego, su estilo y su trabajo sobre el césped”, según el periodista Carlos Ferrer. Fue fichado para marcar goles y “logró siete, convirtiéndose en el máximo goleador del equipo” esa temporada, a pesar de cobrar el salario mínimo de un jugador de Primera. “Un hombre querido y, un poco, el ídolo de muchos”, a juicio del también periodista Chema Glera.

Así, Eguizábal no se lo pensó dos veces: le renovó por tres años, frente a las ofertas del Real Zaragoza y del CA Osasuna, y, a la temporada siguiente, Salenko siguió inflando el suflé (16 goles más), hasta que, en abril de 1994, se cerró su traspaso y el de Quique Romero al Valencia por unos 340 millones de pesetas. Parecía un negocio redondo, pero, en junio, marcó cinco tantos en un partido del Mundial y multiplicó su valor.

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Javier Caballero Wangüemert

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