Enredos por el impago de las primas a los jugadores

Los jugadores del CD Logroñés sentaron en el banquillo al anterior presidente y propietario Marcos Eguizábal en 1997 por no abonar la prima de ascenso a Primera División que les había prometido por importe de 75 millones de pesetas (450.759 euros). Las cantidades de dinero que se daban a la plantilla a modo de recompensa siempre trajeron de cabeza a sus dirigentes, como le ocurrió a Cesáreo Remón.

Cuando el Logroñés militaba en Segunda B, Cesáreo Remón les prometió a los jugadores una prima de 50.000 pesetas a cada uno (300 euros) por eliminar al Real Zaragoza en la segunda ronda de la Copa del Rey. El 26 de octubre de 1982, los blanquirrojos tumbaron al equipo maño en la tanda de penaltis (1-3) y, aunque se hizo de rogar, al final, el presidente terminó pagando lo que había prometido a la plantilla.

En los años 80, prometer una prima de 50.000 pesetas por jugador por eliminar al Zaragoza de la Copa del Rey era “no tener los pies en el suelo”, en opinión del informador deportivo Tomás Santos, porque suponía 875.000 pesetas en total (5.258 euros), lo que era “el equivalente a dos taquillas del Logroñés en partido de Liga” y no se lo podía permitir. “No se puede tener morro de rico y bolsillo de pobre”.

Pero, como era más valiente que el Cid, Cesáreo Remón prometió eso a los jugadores en el fragor de la batalla y, fuera como fuera, terminó abonándoles la prima. No le ocurrió lo mismo a Marcos Eguizábal, que, tras la denuncia interpuesta en el Juzgado de lo Social, fue absuelto por el juez, porque, según la sentencia, hubo una oferta, pero la plantilla no la aceptó. “Conocer no es consentir”, concluyó el Tribunal Supremo.

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Javier Caballero Wangüemert

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