Un famoso pelotari aborta el cese de Vidal
Corría el 10 de mayo de 1992 y el CD Logroñés visitaba Zaragoza (3-2) con la Liga dando sus últimas bocanadas. David Vidal estaba en entredicho por su mala relación con el vestuario y ya habían empezado a buscarle un sustituto. “Queríamos un revulsivo y contactamos con José Antonio Camacho, que entonces entrenaba al Rayo Vallecano”, me cuenta Jesús López, que fuera gerente blanquirrojo (1990-93).
“Estaba prácticamente todo arreglado”, relata. “Vidal no continuaba en el banquillo la temporada siguiente y, en su lugar, venía Camacho con Agustín Lasaosa”, que había jugado en nuestro equipo en la temporada 1981-82, “de director deportivo y Jesús Paredes de preparador físico. Marcos Eguizábal me dijo que sí y me firmó el contrato de rescisión para poder negociar el finiquito con Vidal”.
A su regreso, el presidente y sus acompañantes viajaron hasta Santo Domingo de la Calzada, donde coincidieron en el Café Suizo con el pelotari navarro Julián Lajos, que fuera doble campeón manomanista en los años 70. Acabaron cenando juntos en una bodega de Hormilla y allí Eguizábal le contó sus planes. “Lagos no tenía ni idea de fútbol, pero le dijo que no lo hiciera, porque tendría que pagar a los dos”.
“Le dijo una y otra vez que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer y, viniendo hacia Logroño”, desvela, “Eguizábal me pidió el contrato y lo rompió en el coche”. “Camacho no vino aquí por Lajos”, me recalca Antonio Hidalgo, siempre vinculado al club y que estuvo allí. “Era su ídolo y le hizo caso”. Por ello, Vidal siguió en el banquillo. Despedirlo le hubiera costado 35 millones de pesetas (210.354,23 euros).
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