Eguizábal pronostica que el club desaparecerá sin él
Eran otros tiempos, sin teléfonos móviles ni portavoces que hacen de filtro. Yo trabajaba en el diario ‘El Correo’ y recuerdo a Marcos Eguizábal como una persona sencilla y accesible. Solía localizarle en su casa de Madrid. “Llámele a las tres, que viene a comer”, me sugería su esposa, Pepita. Al final, no iba a Las Gaunas porque le insultaban, pero nunca dejó una llamada mía sin atender, ni una pregunta sin responder.
“No quiero saber nada del equipo”, me dijo en junio de 1995. El bodeguero acababa de tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: poner a la venta el CD Logroñés y dejar la presidencia en manos de Emilio Ganuza, pero, aun así, había quienes no le creían y dudaban de su palabra. “Es que Marcos no le decía la verdad ni al médico”, me apunta Mateo Berrueta, que fuera vicepresidente en la etapa anterior.
Un año después, el 22 de junio de 1996, Eguizábal firmaba la operación con un grupo de empresarios riojanos por importe de 225 millones de pesetas (1.352.277,23 euros). Hablé con él en mayo, antes de cerrar la venta. “No lo puedo dejar mejor”, me aseguró. “Lo entrego en bandeja, como se las ponían a Fernando VII. Sería el colmo que los nuevos dueños no fueran capaces de llevarlo adelante; sería absurdo”.
Recuerdo bien lo que me dijo en aquella ocasión. “Cuando pasen unos años y el equipo desaparezca”, pronosticó, “se acordarán de mí, porque lo he mantenido ocho temporadas en Primera División, he traído a Logroño a grandes figuras y he dado a conocer La Rioja en el mundo entero”. Estas declaraciones de Eguizábal fueron publicadas en ‘El Correo’ el 21 de mayo de 1996, y el tiempo le ha dado la razón.
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