Grave lesión de Ardao y Lotina, portero
El 25 de noviembre de 1979, tuve la sensación de estar viviendo un hecho insólito. Corrían los últimos minutos del partido CD Logroñés-Atlético Madrileño (1-2), correspondiente a la 13ª jornada de Liga, cuando Ardao chocó con Valderrama de manera fortuita. “Pensé que se había roto la pierna él y resulta que fui yo”, me cuenta. “Manolo, el masajista, se dio cuenta enseguida de la gravedad de mi lesión”.
El portero sufrió una rotura del maléolo de su tobillo derecho y tuvo que retirarse del campo. Nuestro equipo ya había hecho los cambios (Lotina por Tomás en el minuto 26 y Santi Viguera por Cillero en el descanso), pero Arriarán no titubeó y ordenó al delantero de Meñaca colocarse bajo los palos. “Ya en los entrenamientos teníamos previsto que, en caso de emergencia, ocupase el puesto él”, explicaría después.
Con el Logroñés mermado por la baja del portero, Viguera dio una patada sin balón a un contrario y fue expulsado con tarjeta roja directa en el minuto 78. En esas circunstancias, Lotina no pudo evitar la derrota local. “Me hicieron un gol y perdimos”, me apunta desde Kawasaki (Japón). “Fue un pase raro por delante y apareció un jugador en el segundo palo para empujarla. ¡No la hubiera parado ni Casillas!”
“¡Me faltan porteros!”, clamó Arriarán al término del partido. “Con el del año pasado”, en alusión a Castel, “ahora llevaríamos seis o siete puntos más”. Por ello, en diciembre de 1979 se fichó a Barandica, que sería titular hasta el final de la Liga. Aquella grave lesión anticipó la retirada de Ardao, que por entonces tenía 29 años y la temporada siguiente no entró en los planes del nuevo entrenador: José Ramón Fuertes.
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