Hidalgo se lesiona en el momento más inoportuno
El 1 de mayo de 1966, el CD Logroñés jugó un partido amistoso en Santander contra el Rayo Cantabria (0-1), preparatorio para la promoción de ascenso a Segunda División, y, en una desafortunada jugada, Antonio Hidalgo resultó lesionado en la pierna derecha. “Faltaban muy pocos días para la liguilla”, me cuenta, “y Caballero, que luego jugaría en nuestro equipo (en 1970), me destrozó el pie”.
Fue ingresado en la Clínica Santa Cruz, donde coincidiría con el portero Javier, operado de menisco, y ahí estuvo en reposo dos semanas, sin poder ejercitarse con el resto. “Yo pertenecía al Zaragoza y estaba cedido”, continúa. “Cada 30 de junio me llamaban y yo les decía: ‘No quiero más dinero, ni más categoría’. Lo que yo quería era ascender con el Logroñés, porque aquí estaba muy a gusto y era feliz”.
Aquella lesión puso en peligro sus ilusiones. El 5 de junio, nuestro equipo disputó el partido de ida en Las Gaunas contra el Jerez Industrial (2-1) e Hidalgo no llegó en las mejores condiciones. “Quise jugar a toda costa, pero no estaba recuperado y nos dieron un baño en el segundo tiempo que nos hizo perder los nervios. Pensábamos que nos iban a eliminar, y el presidente y el míster trataron de responsabilizarme a mí de ello”.
“Decían que yo jugaba cuando quería”, recuerda, “y discutimos en los vestuarios. Les dije a Félix Andrés y a Manuel de Nicolás que no contaran conmigo, que me volvía a Zaragoza, y les di un portazo. No quise jugar el partido de vuelta”, que se celebró el día 12 (4-3), y no le convocaron para el desempate del día 19 (1-0). “Al final, subimos y no me dieron ni el reloj de regalo que daban a todos por el ascenso”, lamenta.
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