Pedro sale del infierno y toca la gloria con Romero
El 5 de octubre de 1989, a sus 21 años, Pedro fichó por el CD Logroñés cuando jugaba en Regional en el equipo de su pueblo, el Villarcayo, mientras estaba recuperándose de una grave lesión. Fue una apuesta arriesgada de José Luis Romero que salió bien, porque, una vez restablecido totalmente, se convirtió en ‘la gran revelación de la temporada’, según la prensa, y debutó con la selección nacional sub-21.
“Todos los fichajes tienen algo de riesgo”, me cuenta Romero desde Málaga. “Yo le conocía del Burgos y, a través de un amigo común, me enteré de que tenía un problema médico, pero pensé que, si lograba solucionarlo, podía tener una gran proyección, como así fue”. “Sí, fue por medio de Gonzalo Herrera”, me comenta Pedro; “me dijo que debía recuperarme y, luego, ya hablaríamos, porque confiaba en mí”.
Al principio, Marcos Eguizábal le ofreció una ficha como amateur compensado por dos años. Visto su buen rendimiento, dos meses después del inicio de la Liga, le inscribió como jugador profesional. Y, al término de la temporada, el 27 de agosto de 1990, hizo un negocio redondo con él, tras acordar su fichaje por el Atlético de Madrid para los próximos cuatro años por 120 millones de pesetas (721.214,53 euros).
“Romero apostó por mí”, me dice el jugador. “Me habían operado de la rodilla y estaba jodido, porque no sabía si podría volver a jugar al fútbol o no. Otro no habría hecho lo que hizo él. Se jugó mucho porque me trajo a un equipo de Primera División; ni de Segunda ni de Tercera”. “A los jugadores hay que darles confianza”, concluye el entrenador, “y la verdad es que donde Pedro rindió más fue conmigo en el Logroñés”.
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