El 27 de mayo de 1984, el CD Logroñés consiguió el ascenso a Segunda División ante el Osasuna Promesas (2-1) en el último partido de la Liga, con un increíble gol de Pita en el minuto 90. “Nos jugábamos todo contra un equipo que había descendido esa temporada y teníamos que ganar como fuera”, me cuenta desde Miranda de Ebro. “En el último momento, eché el balón por encima del portero y entró llorando”.

El encuentro se había puesto de cara para los blanquirrojos al comienzo de la segunda parte, al marcar Echeverría el 1-0 en el minuto 55, tras recibir un balón en profundidad de Noly. Poco después el Osasuna empató y el tramo final fue de infarto. “Son cosas que el destino te tiene preparadas”, me dice Rus desde Cáceres. “Había que meter ese gol como fuera y el gol entró porque sí. Para mí, ese gol lo metió la afición”.

“Teníamos rivales muy fuertes esa temporada, como el Sabadell o el Alavés”, me comenta Rodolfo desde Vigo, “pero había un gran compañerismo entre los jugadores del Logroñés y contábamos con el apoyo incondicional de la afición. Las Gaunas estaban a reventar”. En efecto, el ambiente era magnífico, con cientos de personas que no pudieron entrar al campo, y, tras el gol definitivo, eso fue indescriptible. 

“A lo largo de mi vida deportiva”, me apunta Salvador desde Marín (Pontevedra), “ascendí de categoría con tres equipos distintos: el Logroñés, con Delfín Álvarez; el Granada y el Compostela, pero lo del Logroñés fue algo especial. Fue mi primer ascenso, era más joven y había un ambiente buenísimo en Logroño”. Al recordar aquel día desde Miranda, Pita cierra la conversación: “Mira que si no llega a entrar…”