Eguizábal: “Salenko, dos goles, quiero dos goles”
El 15 de mayo de 1994, el CD Logroñés necesitaba ganar en Oviedo para evitar la promoción y lograr la permanencia en Primera División. El partido enseguida se le puso cuesta arriba, porque Lopetegui encajó un gol y los blanquirrojos se fueron al descanso con un 1-0 en contra. Entonces Marcos Eguizábal llamó desde Madrid y pidió hablar con Salenko. “Dos goles, quiero dos goles”, le dijo. Y el ruso marcó dos goles.
Lopetegui volvía a la portería, tras cumplir su sanción, pero Salenko aún estaba recuperándose de la rotura fibrilar que padecía y Lewandowski, con lumbalgia, tuvo que quedarse en el banquillo. Demasiada presión para “el partido más importante de la Liga”, en palabras de Carlos Aimar, que se vio incrementada a causa del gol de Jankovic en el minuto 34, tras una jugada iniciada por Cristóbal, entonces en el Oviedo.
No pintaban bien las cosas para el Logroñés y Eguizábal, que no pudo asistir al partido por sus problemas de corazón, debió de ser informado de ello en su casa de Madrid por alguien. “Hablé con él (por Salenko) en el descanso”, cuenta en la hagiografía que escribió sobre él el catedrático José Luis Gómez Urdáñez, “y le dije: ‘dos goles, quiero dos goles. Los vas a meter, eres el mejor del mundo y lo vas a demostrar’”.
Salenko ‘no había hecho nada hasta el momento’, según la prensa, y reaccionó en la segunda parte, marcando los dos goles que dieron la salvación al Logroñés: uno, en el minuto 55, desde más de 30 metros, y el otro, a ocho minutos del final, casi sin ángulo. “Era un niño grande, había que tratarle como a un hijo y darle confianza”, admitía Eguizábal con regocijo. “Después fue al Valencia y fracasó. No supieron tratarle”.
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