El 15 de mayo de 1988, en la penúltima jornada de la Liga, el CD Logroñés ganó al Sevilla por 2-1, con un gol de Albis en el minuto 86, y consiguió la permanencia matemática en Primera División. “Cuando vi que entró, fue una explosión de júbilo”, me cuenta el jugador desde Rincón de la Victoria (Málaga). “Yo siempre fui muy recatado a la hora de festejar mis goles, pero aquel creo que fue el gol que más festejé en toda mi carrera”.

“Era el último partido que se jugaba en casa”, continúa. “Después de una primera vuelta muy difícil y de una segunda extraordinaria, ganando aquel partido prácticamente dependíamos de nosotros mismos para mantener la categoría. El primer año en Primera División y era muy importante. Recuerdo el campo lleno, como siempre. La gente, volcada con nosotros. Campo embarrado. Rival difícil. El Sevilla, un gran equipo”.

“El partido se puso ganando 1-0”, con gol de Sánchez Lorenzo. “Luego, nos empataron. Fue un jarro de agua fría. Y ya estábamos prácticamente en el final del partido, quedaban cuatro o cinco minutos. Nosotros seguíamos insistiendo. En el minuto 86, recibí un balón trompicado al borde del área, lo conduje un par de metros y me quedó muy bien para mi pierna buena, que es la pierna derecha, y le pegué con alma y vida”.

“Ya cuando le pegué sabía que el balón iba bien dirigido. Lo que no podía saber es que iba a entrar como entró. Porque entró como un obús. Me subí a la alambrada, cosa que jamás había hecho, y era tanta mi alegría que tenía ganas de abrazar a todo el mundo. Un recuerdo imborrable”, concluye. “Una de las mejores cosas que me han pasado en el fútbol. Siempre he dicho que fue el gol que más festejé en mi vida”.