Abadía: un obrero del fútbol

Agustín Abadía Plana, conocido en el mundo del fútbol como Abadía e incluso como el Tato Abadía, fue un mítico jugador del CD Logroñés de los años 80 y 90, que trascendió más allá de las fronteras del club riojano y, aún a día de hoy, está considerado como un emblema del fútbol auténtico. Quizás porque “era un trabajador en el campo como pocos habrá habido, un jugador digno de admirar”, según Javier Clemente.

Nació en Lleida el 15 de abril de 1962, pero se crio en la finca San Miguel del Pas en Belver de Cinca (Huesca) y, tras dar sus primeras patadas al balón en el CF Rumor, se formó en el CD Binéfar. De ahí saltó al Logroñés de la mano de Joaquín Negueruela en 1985 y, aunque jugó en el Club Atlético de Madrid (1989-1990) y, luego, en la SD Compostela (1993-1996), siempre se le ha identificado con el equipo blanquirrojo.

Era un centrocampista de banda derecha muy luchador. Aquí estuvo diez temporadas en tres etapas distintas: la del ascenso a Primera División y la permanencia (1985-1989), que fue gloriosa; la del comienzo del declive (1990-1993) y, finalmente, la del descenso a Segunda (1996-1997), que significó el principio del fin. En total, jugó 259 partidos y marcó dieciocho goles. “Todo lo que soy se lo debo a La Rioja”, dijo en 1993.

Después, tras conseguir el título de entrenador nacional de fútbol en 2002, dirigió al Logroñés, sin suerte, en la fase de promoción a Segunda (2002-2003), fue el director deportivo (2005-2008) y, de nuevo, el míster, desde enero de 2008 hasta el final de la Liga, cuando el equipo terminó el decimotercero, pero descendió a Tercera por la deuda con sus jugadores. Actualmente, regenta una tienda de quesos en Logroño.

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Javier Caballero Wangüemert

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