Rodolfo: un buen portero, con fuerza y reflejos
Rodolfo Gómez Jiménez, conocido en el mundo del fútbol como Rodolfo, fue un portero palentino de los años 70 y 80, que se formó en la cantera del CD Baskonia (el filial del Athletic Club), donde estuvo a las órdenes de Javier Clemente, y que, tras fichar por el CD Logroñés en 1982 recomendado por Pedro María Uribarri, contribuyó al ascenso a Segunda División en 1984. “Un buen portero”, a juicio de Delfín Álvarez.
Nació en Aguilar de Campóo (Palencia) el 23 de agosto de 1952. Tras pasar por el CD Mirandés y volver al Basconia, recaló en el Sestao SC, de Segunda B. Ahí estuvo tres temporadas (1977-1982) bajo la dirección de Uribarri, que se lo llevó al Logroñés en 1982 cuando el equipo aún estaba en esa categoría. En su opinión, era un portero con “velocidad, agilidad y muy seguro. En las salidas por bajo era francamente bueno”.
Aquí fue titular indiscutible en su primer año y disputó todos los partidos, a pesar del cambio en el banquillo. En su segunda temporada, sin embargo, tuvo una gran competencia con Luciano Casado y, como eran “dos grandes porteros”, en palabras del entrenador, solía jugar “el que mejor estaba”: unas veces, él y otras, Casado. “No había portero titular. Había pelea por el puesto. Era bueno que hubiera competencia”.
Una vez logrado el ascenso, los caminos del Logroñés y de Rodolfo se separaron. Él se enroló en las filas del CF Lorca Deportiva, de Segunda, y siguió echándole “ganas, ilusión y trabajo” hasta que colgó los guantes en el CD Alcoyano con 33 años. En total, aquí jugó 67 partidos y encajó 70 goles, dejando la sensación en Las Gaunas de que era “un portero de potencia”, como le dijo a Tomás Santos en 1983, con fuerza y reflejos.
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