José Ramón Fuertes Roces, conocido en el mundo del fútbol como Fuertes, fue un entrenador asturiano de los años 70, 80 y 90, con el que el CD Logroñés tuvo al alcance de su mano el ascenso a Segunda División en 1982, pero no lo consiguió. De haberlo logrado, habría cambiado la historia del club, que, dos años después, dio el salto a Segunda con Delfín Álvarez y, en 1987, a Primera con Chuchi Aranguren.

Nació en Mieres (Asturias) el 22 de septiembre de 1943 y se formó en los equipos de su localidad natal: el CD Santa Marina y el Caudal Deportivo. Fue internacional juvenil y amateur y, tras destacar en Primera en las filas del Real Valladolid CF y del Pontevedra CF como un extremo rápido y muy escurridizo, vivió sus mejores años en el Valencia CF (1969-1973), siendo campeón de Liga en 1971 y tres veces subcampeón de Copa.

Comenzó su carrera como entrenador en el Caudal y la UP de Langreo, antes de fichar por el Logroñés en 1980 con 36 años. Era muy joven y ambicioso. “Quiero llegar lo más alto que pueda”, reconoció. Aquí estuvo dos temporadas: en la primera (1980-1981) consiguió la mejor clasificación de la historia en Segunda B (los sextos) y en la siguiente se quedó en puertas del ascenso. “Algo que no puede negar nadie” , dijo.

Al año siguiente, obtuvo con el CD Tenerife lo que aquí se le había resistido: el ascenso a Segunda. Algo que también logró con la UD Alzira en 1988. Además, llegó a dirigir a un equipo en Primera, el Real Murcia CF (1988-1989). Ahí se le pidió un imposible: intentar salvarles del descenso a falta de nueve jornadas siendo el penúltimo clasificado. Como aquello no era posible, lógicamente Fuertes no pudo conseguirlo.