El 24 de mayo de 1985, al término de la Liga 1984-85, Antonio Güembe anunció por sorpresa que dejaba el fútbol a los 27 años, cuando estaba en un buen momento de su carrera. “Quiero cambiar de forma de vida y ya está”, le dijo a Tomás Santos. La noticia causó gran conmoción entre los aficionados porque era un puntal del CD Logroñés, en el que jugó 134 partidos en sus cuatro temporadas como blanquirrojo (1981-85).
Pablo Olmedo era un ‘excelente interior’, según la prensa, y uno de los principales referentes del CD Logroñés mediados los años 40. Vino con 17 años, procedente de la Ferroviaria madrileña, y en su debut, el 8 de septiembre de 1946 en Villafranca (1-2), logró el gol de la victoria de un soberbio cabezazo. A partir de ahí, firmó dos buenas temporadas (1946-48), en las que destacó como ‘un delantero de gran instinto goleador’.
Corría el 10 de mayo de 1992 y el CD Logroñés visitaba Zaragoza (3-2) con la Liga dando sus últimas bocanadas. David Vidal estaba en entredicho por su mala relación con el vestuario y ya habían empezado a buscarle un sustituto. “Queríamos un revulsivo y contactamos con José Antonio Camacho, que entonces entrenaba al Rayo Vallecano”, me cuenta Jesús López, que fuera gerente blanquirrojo (1990-93).