El 25 de noviembre de 1979, tuve la sensación de estar viviendo un hecho insólito. Corrían los últimos minutos del partido CD Logroñés-Atlético Madrileño (1-2), correspondiente a la 13ª jornada de Liga, cuando Ardao chocó con Valderrama de manera fortuita. “Pensé que se había roto la pierna él y resulta que fui yo”, me cuenta. “Manolo, el masajista, se dio cuenta enseguida de la gravedad de mi lesión”.
Ocurrió el 14 de marzo de 1993. El CD Logroñés estaba hundido en la cola de la tabla, a cuatro puntos del colista Burgos, y visitaba al Real Madrid, colíder de la Liga junto al Barcelona. Abadía adelantó de penalti a nuestro equipo en el minuto 65, pero los blancos lograron remontar el partido con dos tantos de Butragueño (m. 78) y Esnáider (m. 90). El 2-1 parecía definitivo, pero fue un espejismo.
Leo en el libro ‘Emigración riojana a México’, de Antonio Salvador Ruiz, que, a mediados del siglo XX, el CD Logroñés ‘era el único equipo, a pesar de estar en las categorías inferiores del fútbol nacional (junto al Real Madrid), en tener autobús propio’ para transportar a sus jugadores. El vehículo fue un regalo de Abundio Baños Barragán y su hermano Daniel en 1950, tras el ascenso a Segunda División.