Mi primer recuerdo del viejo Las Gaunas es del campo sin vallas. No fue hasta el 3 de septiembre de 1978, en el primer partido de Liga contra el Tenerife (0-0), cuando el CD Logroñés estrenó las medidas de protección ordenadas por la Federación Española de Fútbol, a raíz de los graves incidentes registrados a finales de los años 70 en diferentes campos, con sonados casos de agresión a árbitros.
El 20 de noviembre de 1975, falleció el general Francisco Franco y, tres días después, el CD Logroñés recibía en Las Gaunas al Torrejón (0-0). “Fue un partido más para nosotros”, me cuenta Iriarte desde Azkoitia (Guipúzcoa). La Federación Española había transmitido al club la orden correspondiente para rendir homenaje al jefe del Estado antes del encuentro. “Tuvimos que llevar brazalete negro, sí o sí”, recuerda Arriola.
Solía sentarme en el viejo Las Gaunas, junto a mi padre y mi hermano Félix, en la tribuna de Preferencia, a escasos metros del banquillo local. Ahí era habitual la presencia de Manolo González, el masajista, con su botiquín, su botella de agua milagrosa y una toalla al hombro. Tenía cara de buena persona y una gran agilidad; solo había que verle saltar al campo a toda velocidad cuando el momento lo requería.